El Valle de Antón es una villa asentada entre las serranías del istmo panameño. Pero en verdad, no se trata tanto de un valle ni de simples cadenas serranas; sino de un antiquísimo cráter volcánico ya extinto.
Está a dos horas de la ciudad de Panamá, conectado por la ruta Panamericana (120 kilómetros). El pueblo está a 700 metros sobre el nivel del mar, pero alguna de sus cumbres superan los 1100 metros.
La vegetación resguarda la curiosa especie de los árboles cuadrados. El clima templado y húmedo ofrece las mejores condiciones para los animales anfibios que se cruzan por la carretera, por los patios de la casas y ambientes hogareños; se trata de un espacio ecológico privilegiado.
Las calles asfaltadas zigzaguean los cerros dentro del mismo pueblo, suben por la zona rural y atraviesan arroyos y ríos de caudal permanente. Llueve mucho en Antón.
En la zona impera el color verde, algunos con tonos más apagados y otros oscuros, otros verdes están poderosamente saturados. La línea de montaña del antiguo volcán custodia el pueblo, y este verde se torna azulado.
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